ENFERMEDADES DE TRANSMISIÓN SEXUAL ( ETS)


 ENFERMEDADES DE TRANSMISIÓN SEXUAL: 


Las enfermedades de transmisión sexual (ETS) son infecciones que se transmiten de una persona a otra por contacto sexual. Algunas ETS pueden causar complicaciones graves, como infertilidad, cáncer, daño a los órganos internos o incluso la muerte. La prevención, el diagnóstico y el tratamiento adecuados de las ETS son esenciales para proteger la salud individual y pública.

Clasificación de las ETS: 

Las ETS se pueden clasificar según el tipo de agente infeccioso que las causa: bacterias, virus, hongos o parásitos. Cada tipo de ETS tiene sus propias características, síntomas, tratamientos y consecuencias.

ETS bacterianas: 

Las ETS bacterianas son aquellas causadas por bacterias, como la clamidiasis , la gonorrea y  la sífilis . Estas infecciones se pueden curar con antibióticos, pero si no se tratan a tiempo pueden provocar complicaciones graves, como enfermedad inflamatoria pélvica, embarazo ectópico, esterilidad o daño neurológico.

ETS virales: 

Las ETS virales son aquellas causadas por virus, como el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), el virus del papiloma humano (VPH), el herpes genital o la hepatitis B. Estas infecciones no se pueden curar con antibióticos, sino que se deben controlar con antivirales o vacunas. Algunas ETS virales pueden causar cáncer, como el VPH, que está asociado al cáncer de cuello uterino, anal y orofaríngeo. Otras ETS virales pueden afectar al sistema inmunitario, como el VIH, que puede provocar el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), una condición que pone en riesgo la vida del paciente.

ETS fúngicas: 

Las ETS fúngicas son aquellas causadas por hongos, como la candidiasis. Estas infecciones se pueden tratar con antifúngicos, pero pueden reaparecer si no se eliminan las condiciones que favorecen su crecimiento, como la humedad, el calor o el desequilibrio del pH vaginal. La candidiasis puede causar molestias, picazón, ardor y flujo vaginal anormal.

ETS parasitarias: 

Las ETS parasitarias son aquellas causadas por parásitos, como la TRICHONOMIASIS Estas infecciones se pueden eliminar con medicamentos específicos o con medidas de higiene personal. Los piojos púbicos pueden causar irritación, inflamación y pequeñas manchas de sangre en la ropa interior o en la piel.

Tipos de ETS: 

A continuación se describen algunos de los tipos más comunes de ETS:

CLAMIDIASIS 

Es una infección bacteriana  causada por Chlamydia trachomatis que afecta principalmente a los genitales y al tracto urinario. Puede causar dolor al orinar, secreción vaginal o uretral anormal, sangrado entre períodos o después del coito y dolor abdominal o pélvico. En los hombres puede causar epididimitis (inflamación del conducto que transporta el esperma) y en las mujeres puede causar salpingitis (inflamación de las trompas de Falopio) o cervicitis (inflamación del cuello uterino).

GONORREA O BLENORRAGIA

Es una infección bacteriana  causada por Neisseria Gonorrhoeae,  que afecta principalmente a los genitales, el recto y la garganta. Puede causar síntomas similares a los de la clamidia, pero también puede provocar fiebre, dolor articular o muscular y secreción ocular. En los hombres puede causar prostatitis (inflamación de la próstata) y en las mujeres puede causar endometritis (inflamación del revestimiento del útero) o enfermedad inflamatoria pélvica.

SÍFILIS

Es una infección bacteriana causada por Treponema pallidum ,  que se transmite por contacto con las llagas o úlceras que produce en la piel o en las mucosas. Tiene cuatro etapas: primaria, secundaria, latente y terciaria. En la etapa primaria se forma una úlcera indolora llamada chancro en el lugar de la infección, que puede durar de 3 a 6 semanas. En la etapa secundaria se produce una erupción cutánea generalizada, que puede afectar a las palmas de las manos y las plantas de los pies, y otros síntomas como fiebre, dolor de garganta, pérdida de peso y caída del cabello. En la etapa latente no hay síntomas, pero la bacteria sigue activa en el organismo. En la etapa terciaria se producen daños irreversibles en el sistema nervioso, el corazón, el hígado, los huesos o la piel.

TRICHONOMIASIS

Es una infección causada por un parásito,  un protozoo llamado Tricomonas vaginalis, que afecta principalmente a la vagina y al pene. Puede causar flujo vaginal espumoso, verdoso o amarillento, con olor desagradable, picazón, ardor o irritación genital, dolor al orinar o al tener relaciones sexuales y sangrado anormal. En los hombres puede causar uretritis (inflamación de la uretra) o balanitis (inflamación del glande).

VIH

Es un virus que ataca al sistema inmunitario y lo debilita, haciéndolo vulnerable a otras infecciones y enfermedades. Se transmite por contacto con fluidos corporales infectados, como la sangre, el semen, las secreciones vaginales o la leche materna. Puede causar síntomas similares a los de una gripe, como fiebre, dolor de cabeza, cansancio, ganglios inflamados o erupción cutánea. Sin embargo, muchas personas no presentan síntomas durante años. El VIH puede evolucionar a SIDA cuando el sistema inmunitario está muy deteriorado y se desarrollan enfermedades oportunistas, como neumonía, tuberculosis, sarcoma de Kaposi o meningitis.

VPH

Es un virus que infecta la piel y las mucosas y puede causar verrugas genitales o anales, que son protuberancias blandas y húmedas que pueden tener forma de coliflor. Algunos tipos de VPH pueden causar cáncer de cuello uterino, anal, orofaríngeo o de pene.

HERPES GENITAL

Es una infección causada por el virus del herpes simple (VHS), que se transmite por contacto con las ampollas o llagas que produce en los genitales o en el área anal. Puede causar dolor, picazón, ardor y hormigueo en la zona afectada, así como fiebre, malestar general y ganglios inflamados. El herpes genital es una infección recurrente que puede reactivarse por estrés, enfermedad o cambios hormonales.

HEPATITIS B

 Es una infección causada por el virus de la hepatitis B (VHB), que se transmite por contacto con sangre o fluidos corporales infectados. Puede causar inflamación del hígado y síntomas como ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos), orina oscura, heces claras, náuseas, vómitos y dolor abdominal. La hepatitis B puede ser aguda o crónica. La forma aguda suele durar unas semanas y se resuelve espontáneamente o con tratamiento. La forma crónica puede durar años y provocar cirrosis (cicatrización del hígado), cáncer de hígado o insuficiencia hepática.

CANDIDIASIS

Es una infección causada por un hongo llamado Candida albicans, que afecta principalmente a la vagina y al pene. Puede causar flujo vaginal blanco y grumoso, picazón, ardor e irritación genital, dolor al orinar o al tener relaciones sexuales y enrojecimiento e hinchazón de la piel. La candidiasis puede ser causada por el uso de antibióticos, anticonceptivos, ropa ajustada o húmeda, diabetes o embarazo.

Epidemiología de las ETS: 

Las ETS son un problema de salud pública a nivel mundial, ya que afectan a millones de personas cada año y pueden tener graves consecuencias para la salud reproductiva y general. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que cada día se producen más de un millón de casos nuevos de ETS curables (clamidia, gonorrea, sífilis y tricomoniasis) en personas de 15 a 49 años. Además, se calcula que hay más de 500 millones de personas con herpes genital y más de 290 millones de mujeres con VPH. El VIH es una de las principales causas de muerte por enfermedades infecciosas, con unos 38 millones de personas que viven con el virus y unos 690 mil fallecimientos en 2020. La hepatitis B también es una causa importante de morbilidad y mortalidad, con unos 257 millones de personas que viven con el virus y unos 887 mil fallecimientos en 2015.

Los factores que favorecen la transmisión y la propagación de las ETS son diversos, como la falta de información, educación y conciencia sobre las ETS, el acceso limitado a los servicios de salud y prevención, el estigma y la discriminación hacia las personas afectadas, las prácticas sexuales de riesgo (como tener múltiples parejas, no usar preservativos o tener relaciones sexuales bajo los efectos del alcohol o las drogas), la pobreza, la violencia o la desigualdad de género.

La prevención y el control de las ETS requieren de una acción conjunta y coordinada entre los diferentes sectores y actores involucrados, como los gobiernos, las organizaciones internacionales, las organizaciones no gubernamentales, los profesionales sanitarios, los medios de comunicación, las comunidades y las personas. 

CUADRO CLÍNICO DE LAS  ETS: 

El cuadro clínico de las ETS se refiere al conjunto de síntomas y signos que presentan las personas afectadas por estas infecciones. El cuadro clínico puede variar según el tipo de ETS, el tiempo de evolución, el estado inmunitario y la presencia de otras enfermedades. Algunos de los síntomas y signos más comunes de las ETS son:

Dolor, ardor o picazón al orinar o al tener relaciones sexuales.

Secreción vaginal o uretral anormal, con cambio de color, olor o consistencia.

Sangrado entre períodos o después del coito.

Dolor abdominal o pélvico.

Fiebre, malestar general, dolor de cabeza o muscular.

Erupción cutánea, ampollas, úlceras o verrugas en los genitales o en el área anal.

Inflamación, enrojecimiento o irritación de la piel o las mucosas.

Ganglios linfáticos inflamados en el cuello, las axilas o la ingle.

Es importante destacar que muchas ETS pueden ser asintomáticas, es decir, que no causan ningún síntoma o signo evidente. Esto puede favorecer la transmisión inadvertida a otras personas y el desarrollo de complicaciones a largo plazo. Por eso, se recomienda realizar pruebas periódicas de detección de las ETS, especialmente si se tienen prácticas sexuales de riesgo o se cambia frecuentemente de pareja.

Diagnóstico de las ETS: 

El diagnóstico de las ETS se basa en la evaluación clínica y en la realización de pruebas de laboratorio. La evaluación clínica consiste en la entrevista médica y el examen físico del paciente, donde se indaga sobre sus antecedentes personales, familiares y sexuales, sus síntomas y signos actuales y sus factores de riesgo para contraer una ETS. El examen físico incluye la inspección visual y la palpación de los genitales, el recto y la garganta, así como la toma de muestras para su análisis.

Las pruebas de laboratorio pueden ser de diferentes tipos, según el tipo de ETS que se sospeche o se quiera descartar. Algunas de las pruebas más utilizadas son:

Prueba rápida: 

Es una prueba que se realiza en pocos minutos con una muestra de sangre, saliva u orina. Permite detectar la presencia de anticuerpos o antígenos específicos de algunas ETS, como el VIH, la sífilis o la hepatitis B. Tiene la ventaja de ser sencilla, rápida y accesible, pero tiene la desventaja de tener una menor sensibilidad y especificidad que otras pruebas más complejas. Por eso, se recomienda confirmar el resultado con otra prueba más precisa si es positivo o si hay dudas.

Cultivo: 

Es una prueba que consiste en sembrar una muestra biológica (como un hisopo vaginal, uretral o rectal) en un medio adecuado para favorecer el crecimiento de los microorganismos causantes de algunas ETS bacterianas o fúngicas, como la clamidia, la gonorrea o la candidiasis. Tiene la ventaja de permitir identificar el tipo exacto de microorganismo y su sensibilidad a los antibióticos o antifúngicos. Tiene la desventaja de ser más lenta y costosa que otras pruebas.

PCR:

 Es una prueba que consiste en amplificar una pequeña cantidad de material genético (ADN o ARN) presente en una muestra biológica (como un hisopo vaginal, uretral o rectal) mediante una técnica llamada reacción en cadena de la polimerasa (PCR). Permite detectar la presencia de los ácidos nucleicos específicos de algunos virus o bacterias causantes de ETS, como el VPH, el herpes genital o la tricomoniasis. Tiene la ventaja de ser muy sensible y específica, pero tiene la desventaja de ser más cara y compleja que otras pruebas.

Serología:

 Es una prueba que consiste en medir la cantidad y el tipo de anticuerpos que produce el sistema inmunitario del paciente en respuesta a una infección por un agente infeccioso. Se realiza con una muestra de sangre o de líquido cefalorraquídeo (LCR). Permite detectar la presencia de anticuerpos específicos de algunas ETS, como el VIH, la sífilis o la hepatitis B. Tiene la ventaja de ser muy útil para el diagnóstico de ETS que no se pueden cultivar o que no tienen un material genético detectable. Tiene la desventaja de que puede haber falsos positivos o negativos por diversas causas, como infecciones previas, vacunaciones o reacciones cruzadas.

Tratamiento de las ETS: 

El tratamiento de las ETS depende del tipo de ETS, del estado clínico del paciente y de la presencia de otras enfermedades o condiciones. El objetivo del tratamiento es eliminar o controlar el agente infeccioso, aliviar los síntomas, prevenir las complicaciones y evitar la transmisión a otras personas. El tratamiento puede ser de diferentes tipos, según el tipo de ETS:

Antibióticos: 

Son medicamentos que se usan para tratar las ETS bacterianas, como la clamidia, la gonorrea, la sífilis o la tricomoniasis. Se pueden administrar por vía oral o inyectable, según el caso. Es importante seguir las indicaciones del médico sobre la dosis, la duración y el horario del tratamiento, así como completarlo aunque los síntomas hayan desaparecido. También es importante no automedicarse ni compartir los antibióticos con otras personas, ya que puede provocar resistencias bacterianas o efectos adversos.

Antivirales: 

Son medicamentos que se usan para tratar las ETS virales, como el VIH, el VPH, el herpes genital o la hepatitis B. Se pueden administrar por vía oral o inyectable, según el caso. No curan la infección, pero ayudan a reducir la carga viral, a mejorar el sistema inmunitario y a prevenir las complicaciones. Es importante seguir las indicaciones del médico sobre la dosis, la duración y el horario del tratamiento, así como no interrumpirlo ni cambiarlo sin consultar. También es importante no automedicarse ni compartir los antivirales con otras personas, ya que puede provocar resistencias virales o efectos adversos.

Antifúngicos:

 Son medicamentos que se usan para tratar las ETS fúngicas, como la candidiasis. Se pueden administrar por vía oral o tópica (cremas, óvulos o supositorios), según el caso. Es importante seguir las indicaciones del médico sobre la dosis, la duración y el horario del tratamiento, así como completarlo aunque los síntomas hayan desaparecido. También es importante no automedicarse ni compartir los antifúngicos con otras personas, ya que puede provocar resistencias fúngicas o efectos adversos.

Medicamentos sintomáticos:

 Son medicamentos que se usan para aliviar los síntomas asociados a las ETS, como el dolor, la inflamación o la fiebre. Se pueden administrar por vía oral o tópica (geles, cremas o aerosoles), según el caso. Algunos ejemplos son los analgésicos, los antiinflamatorios o los antihistamínicos. Es importante seguir las indicaciones del médico sobre la dosis, la duración y el horario del tratamiento, así como no abusar ni combinar estos medicamentos con otros sin consultar.

Vacunas: 

Son sustancias que se administran por vía inyectable para prevenir algunas ETS causadas por virus, como el VPH o la hepatitis B. Estimulan al sistema inmunitario para que produzca anticuerpos específicos contra estos virus y lo protejan de futuras infecciones. Es importante seguir las indicaciones del médico sobre el número y el intervalo de las doss de las vacunas, así como no retrasar ni omitir ninguna dosis. También es importante saber que las vacunas no son efectivas al 100% ni sustituyen a otras medidas de prevención, como el uso del preservativo.

Además del tratamiento médico, es importante que las personas afectadas por una ETS adopten una serie de medidas para evitar la reinfección o la transmisión a otras personas, como:

Abstenerse de tener relaciones sexuales hasta completar el tratamiento y confirmar la curación de la ETS.

Informar a las parejas sexuales actuales y anteriores sobre la ETS y recomendarles que se realicen las pruebas y el tratamiento correspondientes.

Usar siempre el preservativo en todas las relaciones sexuales, tanto vaginales, anales como orales.

Evitar compartir objetos personales que puedan estar en contacto con fluidos corporales infectados, como ropa interior, toallas, cepillos de dientes o jeringas.

Mantener una buena higiene personal y genital, lavándose con agua y jabón antes y después de cada relación sexual.

Acudir periódicamente al médico para realizar controles y seguimientos de la ETS y de otras posibles enfermedades asociadas.


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