VIRUS DE INMUNODEFICIENCIA ADQUIRIDA VHI

 

VIRUS DE INMUNODEFICIENCIA HUMANA (VIH): 


DEFINICIÓN: 

El virus de inmunodeficiencia humana (VIH) es un virus que ataca el sistema inmunitario, la defensa natural del cuerpo contra las enfermedades. El VIH infecta y destruye ciertas células blancas de la sangre llamadas linfocitos T o células CD4. Estas células son esenciales para proteger al organismo de las infecciones y los cánceres. Cuando el número de células CD4 disminuye por debajo de un cierto nivel, la persona se vuelve vulnerable a una variedad de enfermedades oportunistas, que son infecciones o cánceres que normalmente no afectan a las personas con un sistema inmunitario sano. El VIH también puede afectar otros órganos y sistemas del cuerpo, como el cerebro, el corazón, los riñones y el hígado.

TIPOS : 

Existen dos tipos principales de VIH: el VIH-1 y el VIH-2. El VIH-1 es el tipo más común y virulento, responsable de la mayoría de las infecciones por VIH en el mundo. El VIH-2 es menos frecuente y menos transmisible, y se encuentra principalmente en África occidental y algunas partes de Asia. Ambos tipos de VIH pueden causar el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), que es la etapa más avanzada de la infección por VIH.

EPIDEMIOLOGÍA: 

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que a finales de 2022 había unos 38 millones de personas viviendo con el VIH en el mundo, de las cuales 36,2 millones eran adultos y 1,8 millones eran niños menores de 15 años. El mismo año, se produjeron unos 1,7 millones de nuevas infecciones por VIH y 690 mil muertes relacionadas con el SIDA. La región más afectada por la epidemia de VIH es el África subsahariana, donde se concentra el 66% de las personas que viven con el VIH y el 75% de las muertes por SIDA. Otras regiones con una alta prevalencia de VIH son Asia meridional y sudoriental, América Latina y el Caribe.

CUADRO CLÍNICO: 

La infección por VIH se divide en cuatro fases: fase aguda, fase asintomática, fase sintomática y fase de SIDA.

FASE AGUDA: 

La fase aguda ocurre entre dos y cuatro semanas después de la exposición al VIH. Durante esta fase, el virus se replica rápidamente en el organismo y se produce una respuesta inmunitaria. Algunas personas pueden presentar síntomas similares a los de la gripe, como fiebre, dolor de cabeza, dolor muscular, dolor de garganta, erupción cutánea y ganglios linfáticos inflamados. Estos síntomas suelen durar entre una y dos semanas y luego desaparecen. Sin embargo, muchas personas no presentan ningún síntoma durante esta fase. La fase aguda es el momento en que la persona tiene más riesgo de transmitir el VIH a otras personas, ya que la cantidad de virus en la sangre y otros fluidos corporales es muy alta.

FASE ASINTOMÁTICA: 

La fase asintomática es el período entre la fase aguda y la aparición de los primeros síntomas relacionados con el VIH. Esta fase puede durar desde unos pocos meses hasta más de 10 años, dependiendo del estado inmunitario de la persona y del tipo y cepa del virus. Durante esta fase, el virus continúa replicándose en el organismo, pero a un ritmo más lento. La persona no presenta ningún síntoma evidente de la infección por VIH, pero puede tener algunas manifestaciones clínicas leves o inespecíficas, como fatiga, pérdida de peso, candidiasis oral o vaginal, herpes zóster o diarrea crónica. La cantidad de virus en la sangre y otros fluidos corporales disminuye gradualmente, pero sigue siendo suficiente para transmitir el VIH a otras personas.

FASE SINTOMATICA: 

La fase sintomática es el período en el que la persona empieza a desarrollar síntomas relacionados con el VIH debido al deterioro progresivo del sistema inmunitario. Esta fase puede durar desde unos pocos meses hasta varios años, dependiendo de la respuesta al tratamiento antirretroviral. Los síntomas que pueden aparecer en esta fase son variados y dependen del tipo y localización de las infecciones oportunistas o los cánceres que afectan a la persona. Algunos ejemplos de estas enfermedades son la tuberculosis, la neumonía por Pneumocystis jirovecii, la toxoplasmosis cerebral, el sarcoma de Kaposi, el linfoma no Hodgkin, la meningitis criptocócica, la retinitis por citomegalovirus, la leucoencefalopatía multifocal progresiva, la diarrea por criptosporidiosis o la demencia asociada al VIH. La cantidad de virus en la sangre y otros fluidos corporales aumenta nuevamente, lo que incrementa el riesgo de transmisión del VIH a otras personas.

FASE DE SIDA: 

La fase de SIDA es la etapa más avanzada y grave de la infección por VIH. Se diagnostica cuando el número de células CD4 en la sangre cae por debajo de 200 células por milímetro cúbico (mm3) o cuando la persona presenta alguna de las enfermedades oportunistas definitorias de SIDA. Estas enfermedades son aquellas que rara vez afectan a las personas con un sistema inmunitario sano y que indican un alto grado de inmunosupresión. Algunas de estas enfermedades son las mencionadas anteriormente en la fase sintomática, además de otras como la candidiasis esofágica, la histoplasmosis diseminada, el complejo Mycobacterium avium, el linfoma primario del sistema nervioso central o el cáncer cervical invasivo. La fase de SIDA es potencialmente mortal y requiere una atención médica urgente y especializada.

DIAGNÓSTICO: 

El diagnóstico de la infección por VIH se basa en la detección de anticuerpos o antígenos específicos del virus en la sangre u otros fluidos corporales. Los anticuerpos son proteínas producidas por el sistema inmunitario para combatir al virus. Los antígenos son partes del virus que pueden ser reconocidas por los anticuerpos. Los métodos más comunes para diagnosticar el VIH son los siguientes:

PRUEBA RÁPIDA: 

Es una prueba que se realiza con una gota de sangre obtenida mediante un pinchazo en el dedo o con una muestra de saliva. El resultado se obtiene en unos 15 a 30 minutos. Esta prueba detecta los anticuerpos contra el VIH-1 y el VIH-2. Si el resultado es positivo, se debe confirmar con otra prueba más específica.

PRUEBA ELISA: 

Es una prueba que se realiza con una muestra de sangre extraída de una vena. El resultado se obtiene en unas horas o días. Esta prueba detecta los anticuerpos contra el VIH-1 y el VIH-2. Si el resultado es positivo, se debe confirmar con otra prueba más específica.

PRUEBA DE WESTERN BLOT: 

Es una prueba que se realiza con una muestra de sangre extraída de una vena. El resultado se obtiene en unos días o semanas. Esta prueba detecta los anticuerpos contra las diferentes proteínas del VIH-1 y el VIH-2. Se considera una prueba confirmatoria para el diagnóstico del VIH.

PRUEBA PCR: 

 Es una prueba que se realiza con una muestra de sangre extraída de una vena. El resultado se obtiene en unas horas o días. Esta prueba detecta el material genético (ARN) del VIH-1 y el VIH-2. Se utiliza para diagnosticar el VIH en las primeras semanas después de la exposición al virus, cuando los anticuerpos aún no son detectables (período ventana). También se utiliza para medir la cantidad de virus en la sangre (carga viral), lo que sirve para evaluar la progresión de la infección y la respuesta al tratamiento.

El tratamiento y la prevención del VIH son aspectos fundamentales para controlar la epidemia y mejorar la calidad de vida de las personas que viven con el virus. A continuación, se describen los principales aspectos de estos temas:

TRATAMIENTO: 

El tratamiento de la infección por VIH consiste en la administración de medicamentos antirretrovirales (ARV), que son fármacos que inhiben la replicación del virus en el organismo. El objetivo del tratamiento es reducir la cantidad de virus en la sangre (carga viral) a niveles indetectables o muy bajos, lo que permite recuperar y mantener el sistema inmunitario y prevenir o retrasar la aparición de las enfermedades oportunistas. El tratamiento también reduce el riesgo de transmisión del VIH a otras personas.

Los ARV se clasifican en diferentes clases según el mecanismo de acción que tienen sobre el ciclo de vida del virus. Las principales clases de ARV son las siguientes:

Inhibidores de la transcriptasa inversa nucleósidos o análogos nucleósidos (ITIN o NRTI): 

Son fármacos que se incorporan al material genético (ADN) del virus e impiden su síntesis. Algunos ejemplos de ITIN son el zidovudina (AZT), el lamivudina (3TC), el abacavir (ABC), el emtricitabina (FTC) y el tenofovir (TDF).

Inhibidores de la transcriptasa inversa no nucleósidos (ITINN o NNRTI): 

Son fármacos que se unen a la enzima transcriptasa inversa del virus e impiden su funcionamiento. Algunos ejemplos de ITINN son el efavirenz (EFV), el nevirapina (NVP), el etravirina (ETR) y el rilpivirina (RPV).

Inhibidores de la proteasa (IP): 

Son fármacos que se unen a la enzima proteasa del virus e impiden su actividad. La proteasa es la encargada de cortar las proteínas virales para formar las nuevas partículas virales. Algunos ejemplos de IP son el indinavir (IDV), el ritonavir (RTV), el saquinavir (SQV), el nelfinavir (NFV), el lopinavir/ritonavir (LPV/r), el atazanavir (ATV), el darunavir (DRV) y el tipranavir (TPV).

Inhibidores de la integrasa (INI):

 Son fármacos que se unen a la enzima integrasa del virus e impiden su acción. La integrasa es la encargada de insertar el ADN viral en el ADN de la célula huésped. Algunos ejemplos de INI son el raltegravir (RAL), el elvitegravir (EVG), el dolutegravir (DTG) y el bictegravir (BIC).

Inhibidores de la entrada o fusión: 

Son fármacos que impiden que el virus se una o penetre en la célula huésped. Algunos ejemplos de inhibidores de la entrada o fusión son el enfuvirtida (T-20), que se une a la proteína gp41 del virus e impide su fusión con la membrana celular; y el maraviroc (MVC), que se une al receptor CCR5 de la célula e impide que el virus se una a él.

El tratamiento antirretroviral se basa en la combinación de al menos tres ARV de diferentes clases, lo que se conoce como terapia antirretroviral combinada o TARV. La elección de los ARV depende de varios factores, como la eficacia, la tolerancia, la interacción con otros medicamentos, los efectos secundarios, la resistencia viral, las características individuales del paciente y las recomendaciones internacionales. El tratamiento antirretroviral debe ser prescrito y supervisado por un médico especialista en VIH, quien debe realizar un seguimiento periódico del paciente mediante análisis clínicos y evaluaciones clínicas.

El tratamiento antirretroviral es un tratamiento crónico y de por vida, que requiere un cumplimiento estricto por parte del paciente. El incumplimiento del tratamiento puede provocar una falla terapéutica, es decir, un aumento de la carga viral, una disminución de las células CD4, una progresión de la enfermedad y el desarrollo de resistencia viral. La resistencia viral es la capacidad del virus de mutar y adaptarse a los ARV, lo que hace que estos pierdan su efectividad. La resistencia viral puede limitar las opciones de tratamiento disponibles y aumentar el riesgo de transmisión de virus resistentes a otras personas.

El tratamiento antirretroviral ha demostrado ser altamente eficaz para mejorar la supervivencia y la calidad de vida de las personas que viven con el VIH, así como para prevenir la transmisión del virus a otras personas. Sin embargo, el tratamiento no cura la infección por VIH, por lo que el virus permanece en el organismo en forma latente o inactiva. Esto significa que si se interrumpe el tratamiento, el virus puede reactivarse y volver a replicarse. Por esta razón, es necesario continuar investigando para encontrar una cura definitiva para el VIH.

PREVENCIÓN: 

La prevención de la infección por VIH se basa en la adopción de medidas que eviten la exposición al virus o que reduzcan el riesgo de transmisión del virus en caso de exposición. Las principales medidas de prevención son las siguientes:

Educación e información:

 Es fundamental brindar educación e información sobre el VIH y el SIDA a toda la población, especialmente a los grupos más vulnerables o en situación de riesgo, como los jóvenes, las mujeres, los hombres que tienen sexo con hombres, los trabajadores sexuales, los usuarios de drogas inyectables, los migrantes y los reclusos. La educación e información deben incluir aspectos como las formas de transmisión y prevención del VIH, los síntomas y el diagnóstico de la infección por VIH, el tratamiento y el cuidado de las personas que viven con el VIH, los derechos humanos y la no discriminación de las personas que viven con el VIH, y los servicios y recursos disponibles para la atención y el apoyo de las personas que viven con el VIH.

Prueba del VIH: 

Es importante realizar la prueba del VIH a todas las personas que hayan tenido una conducta de riesgo o que pertenezcan a un grupo vulnerable o en situación de riesgo. La prueba del VIH permite conocer el estado serológico de la persona, es decir, si está infectada o no por el virus. La prueba del VIH debe ser voluntaria, confidencial y acompañada de consejería pre y post prueba. La consejería pre prueba consiste en brindar información sobre el VIH y el SIDA, las formas de transmisión y prevención del VIH, los beneficios y riesgos de hacerse la prueba, los posibles resultados y sus implicaciones, y los servicios y recursos disponibles para la atención y el apoyo de las personas que viven con el VIH. La consejería post prueba consiste en brindar información sobre el resultado de la prueba, su significado e interpretación, las medidas de prevención y cuidado personal según el resultado, las opciones de tratamiento y seguimiento médico en caso de resultado positivo, los servicios y recursos disponibles para la atención y el apoyo de las personas que viven con el VIH, y los derechos humanos y la no discriminación de las personas que viven con el VIH. La prueba del VIH tiene varios beneficios, como permitir un diagnóstico precoz y un inicio oportuno del tratamiento antirretroviral en caso de resultado positivo; reducir la ansiedad y la incertidumbre en caso de resultado negativo; favorecer la adopción.

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