PALUDISMO O MALARIA

QUÉ ES EL PALUDISMO? DEFINICIÓN, CLASIFICACIÓN, DIAGNÓSTICO Y T PREVENCIÓN 



Definición:

El paludismo o malaria es una enfermedad infecciosa causada por parásitos del género Plasmodium, que se transmiten al ser humano por la picadura de mosquitos infectados del género Anopheles. El paludismo afecta principalmente a las regiones tropicales y subtropicales del mundo, donde se estima que hay unos 229 millones de casos y 409 mil muertes al año.

Clasificación:

Según el tipo de parásito que lo causa, el paludismo se puede clasificar en cuatro especies principales:

Paludismo por Plasmodium falciparum: 

Es el más grave y potencialmente mortal, ya que puede provocar complicaciones como anemia severa, insuficiencia renal, edema pulmonar, coma y muerte. Se encuentra principalmente en África, pero también en Asia y América Latina.

Paludismo por Plasmodium vivax: 

Es el más frecuente y ampliamente distribuido, ya que afecta a unos 3.500 millones de personas en más de 90 países. Produce fiebre intermitente y puede causar recaídas debido a la presencia de formas latentes del parásito en el hígado (hipnozoítos).

Paludismo por Plasmodium ovale:

 Es similar al paludismo por P. vivax, pero menos común y con menor riesgo de complicaciones. Se localiza principalmente en África occidental y central.

Paludismo por Plasmodium malariae: 

Es el menos frecuente y severo, ya que produce fiebre cuartana (cada cuatro días) y rara vez causa recaídas. Se distribuye en zonas tropicales de África, Asia y América.

Epidemiología:

El paludismo es una de las principales causas de morbilidad y mortalidad en el mundo, especialmente entre los niños menores de cinco años y las mujeres embarazadas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el año 2019 se registraron unos 229 millones de casos de paludismo y unas 409 mil muertes por esta enfermedad. El 94% de los casos y el 94% de las muertes se produjeron en la región de África, seguida por la región del Sudeste Asiático con el 3% y la región del Mediterráneo Oriental con el 2%.

Los factores que influyen en la transmisión del paludismo son la presencia y densidad de los vectores (mosquitos Anopheles), la susceptibilidad e inmunidad de la población humana, el tipo y resistencia de los parásitos (Plasmodium), las condiciones climáticas (temperatura, humedad, lluvia) y las medidas de control y prevención (uso de redes mosquiteras, fumigación, quimioprofilaxis, diagnóstico y tratamiento oportunos).

Cuadro clínico:

El período de incubación del paludismo varía según la especie del parásito, desde 7 días en el caso del P. falciparum hasta 30 días o más en el caso del P. vivax y P. ovale. Los síntomas típicos del paludismo son fiebre, escalofríos, sudoración, dolor de cabeza, malestar general, náuseas, vómitos, diarrea y anemia. La fiebre suele ser irregular e intermitente, con picos cada 48 horas en el caso del P. vivax y P. ovale, cada 72 horas en el caso del P. malariae y continua o remitente en el caso del P. falciparum.

El paludismo por P. falciparum puede evolucionar a una forma grave o complicada, que se caracteriza por la afectación de órganos vitales como el cerebro (encefalopatía), los riñones (insuficiencia renal), los pulmones (edema pulmonar), el hígado (hipoglucemia), el bazo (esplenomegalia) o la sangre (anemia severa, coagulación intravascular diseminada). Estas complicaciones pueden poner en riesgo la vida del paciente y requerir atención médica urgente.

Tratamiento:

El tratamiento del paludismo se basa en el diagnóstico parasitológico, es decir, la confirmación de la presencia del parásito en la sangre mediante una prueba de laboratorio (gota gruesa o prueba rápida). El tratamiento debe iniciarse lo antes posible y ajustarse al tipo y resistencia del parásito, al estado clínico del paciente y a las recomendaciones de la OMS.

Los medicamentos antipalúdicos más utilizados son las combinaciones de artemisinina (ACT), que son efectivas contra el P. falciparum y otras especies de Plasmodium. Las ACT combinan un derivado de la artemisinina (arteméter, artesunato o dihidroartemisinina) con otro antipalúdico (lumefantrina, mefloquina, amodiaquina o piperaquina). El tratamiento suele durar entre 3 y 7 días, según el esquema terapéutico elegido.

En los casos de paludismo por P. vivax y P. ovale, además del tratamiento con ACT, se debe administrar un medicamento específico para eliminar los hipnozoítos del hígado y prevenir las recaídas. Este medicamento es la primaquina, que se toma durante 14 días después del tratamiento con ACT. Sin embargo, la primaquina puede causar hemólisis (destrucción de los glóbulos rojos) en las personas con déficit de glucosa-6-fosfato deshidrogenasa (G6PD), una enzima que protege a los glóbulos rojos del estrés oxidativo. Por lo tanto, antes de administrar la primaquina, se debe realizar una prueba de G6PD para descartar esta condición.

En los casos de paludismo grave o complicado, el tratamiento debe realizarse en un centro hospitalario con vigilancia intensiva y soporte vital. El medicamento de elección es el artesunato intravenoso, que se administra durante al menos 24 horas o hasta que el paciente pueda tolerar la vía oral. Luego se completa el tratamiento con una ACT oral o con otro antipalúdico adecuado.

Prevención:

La prevención del paludismo se basa en dos estrategias principales: la protección personal contra la picadura de los mosquitos y la eliminación o reducción de los vectores y los parásitos.

La protección personal consiste en el uso de medidas físicas y químicas para evitar el contacto con los mosquitos, tales como:

El uso de ropa que cubra la mayor parte del cuerpo, preferiblemente de color claro y tratada con repelentes o insecticidas.

El uso de redes mosquiteras impregnadas con insecticidas de larga duración (ITN) para dormir o descansar, especialmente durante las horas de mayor actividad de los mosquitos (desde el atardecer hasta el amanecer).

El uso de repelentes de insectos aplicados sobre la piel expuesta o la ropa, siguiendo las instrucciones del fabricante.

El uso de dispositivos que emiten insecticidas (espirales, aerosoles, difusores) en el interior de las viviendas o lugares donde se permanece por períodos prolongados.

La eliminación o reducción de los vectores y los parásitos consiste en el uso de medidas ambientales y químicas para disminuir la población y la transmisión de los mosquitos, tales como:

El control larvario, que consiste en eliminar o tratar los criaderos potenciales de los mosquitos, como charcos, estanques, zanjas, recipientes con agua estancada, etc., mediante el drenaje, el relleno, el reciclaje o el uso de larvicidas biológicos o químicos.

La fumigación o rociado residual de insecticidas (IRS), que consiste en aplicar insecticidas sobre las superficies interiores de las viviendas o lugares donde se refugian los mosquitos, como paredes, techos, muebles, etc., para matarlos o repeler


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